Pero aquí, en San Antonio de Béxar, están en flor los rosales.
Sí, no hay dientes de león estos días, pero hay rosas, aunque no se las pueda esparcir de un soplo, sugieren al sol—pura luz ellas mismas--bienes y bellezas que se quisiera poder compartir urbi et orbi.
Es lo que estas páginas —revista o blog, como se las quiera llamar— tratan de hacer al insertarse semana a semana en el orbe casi infinito de la red: echar al vuelo las rosas del jardín, los humildes vilanos de las praderas, las voces de quienes mantienen mucha de su fe en las palabras.
“Flor y canto” era la expresión con que los poetas del Anáhuac designaban el arte de la poesía: la voz florida.
Sean estas rosas invernales de los jardines de Aztlán, como lo han sido las inflorescencias del diente de león, las portadoras del canto que en las brisas—de invierno aquí, allá estivales—alcance tal vez lo inmensurable.
Miércoles 23 de diciembre, 2015
Gracias. Asi sea.
ResponderEliminarj ai reconnu mes roses dejardin et le tapis de mon salon
ResponderEliminar,am